EL Carnaval de Negros y Blancos, es la fiesta más grande e importante del sur de Colombia, si bien su
Indicación Geográfica le pertenece a la ciudad de
San Juan de Pasto,
[1] Colombia, también ha sido adoptada por otros municipios
nariñenses y del suroccidente Colombiano. Se celebra del 2 de enero al
7 de enero de cada año y atrae un considerable número de turistas colombianos y extranjeros.
Origen
Desfile Magno, 6 de enero de 2007.
El carnaval moderno propiamente hablando, nace en el amanecer de un
Día de Reyes (seis de enero) de 1912, fundado en la necesidad de expresar la imaginación, el juego, la amistad y de compartir la alegría que por esas fechas reanima la vida. En una fina y exclusiva casa de citas de la ciudad,
la casa de las señoritas Robby ubicada en la
Calle Real (actual Carrera 25), el atrevimiento de don Ángel María López Zarama, afamado sastre de la ciudad, lo lleva a tomar la polvera francesa de una de las damas más solicitadas y procede a esparcir los polvos con perfume de mujer, entre todos los presentes con el grito de
¡Vivan los Blanquitos!. No tardaron los compañeros del maestro cortador, en ser víctimas primero y luego partícipes del juego. Luego, todos habrían de salir a la calle a repetir la broma con los desprevenidos parroquianos que salían de la
Misa de Reyes de la iglesia de
San Juan Bautista, repitiendo
¡Que vivan los Negros y que vivan los Blancos!,
[3] expresión que bajo la custodia del
Galeras, se insertará por siempre y con vigor en la esencia de los pastusos.
Sin embargo, otras culturas y expresiones contribuyen a la formación de la intrincada identidad de las expresiones festivas del Carnaval de Pasto. Este hecho lo caracteriza y diferencia entre otras expresiones similares.
Su génesis también encuentra arraigo en los rituales efectuados por los
Pastos y los
Quillacingas cultura agraria, que, en época de cosecha honraban con danzas a la luna, y en otros rituales hacían rogativas al sol, para amparar sus cultivos.
Jugadores contemporáneos del Día de Blancos, 6 de enero de 2007.
Estas celebraciones, con la fusión e influencia de la cultura española dan origen al
sincretismo hispano religioso, que generan proto expresiones de lo que será el carnaval de Pasto. A comienzos del siglo XIX, las autoridades de la colonia prohíben estas fiestas para evitar los levantamientos indígenas, y hacia el 1834 reaparecen los festejos de indios con sus churumbeles, los mestizos con mascaradas y principalmente algarabías de vecinos, todas estas fiestas debidamente enmarcadas en el calendario religioso, principalmente con las festividades de la
Virgen de las Mercedes (24 de septiembre) y de la
Inmaculada Concepción de María (8 de diciembre).
En aquellas épocas, en víspera del
Día de Reyes también se realizaba festiva y espontáneamente el
juego de negritos, principalmente entre blancos y mestizos, debido a la escasa presencia de población negra en Pasto, esta festividad contrastada por la extroversión de una comunidad caracterizada por una vida apacible y taciturna, que encontraba en esos días una oportunidad de romper lo establecido y liberar el espíritu